Elige
bien tu disfraz para la noche de brujas,
para
no terminar en prisión.
Las
fiestas que se organizan a inicio del mes de noviembre desde hace unos años se
ven coloreadas por tradiciones ajenas al país, pero que los mexicanos las acogemos
con gran cariño.
En
estos festejos todos comenzamos a buscar maquillaje y vestuarios que nos hagan
llamar la atención de amigos, conocidos y público en general. Pero estos
disfraces de llegar a ser muy realistas
o por las actuaciones que despleguemos con los mismos, podrían llevarnos de una fiesta alegre a una cómoda celda en prisión.
La
norma jurídica tiene por objeto regular el comportamiento del ser humano en
sociedad, en estas fechas la alegría invade los corazones y el animo de todos
los mexicanos, los disfraces nos invitan a hacer travesuras y bromas a las
personas que nos rodean, esas actividades si no se controlan cabalmente pueden
causar furor y ocasionar graves problemas entre la ciudadanía.
Como
ejemplo solo basta con recordar las bromas que se viralizaron hace algún tiempo
de personas que se vestían de payasos diabólicos y que hacían pensar que se
trataban de entidades que salían de ultratumba para reclamar la vida y alma de
los hombres de bien, lo que resulta en la comisión de algunos delitos, los
cuales varían de denominación entre estados, y que posiblemente se unificaran
si se emite un Código Penal Nacional en México. Independientemente, estas
actividades causaron delitos en contra de la seguridad pública, perturbaron el
orden público, sembrando el pánico entre la ciudadanía. En el caso de la ciudad
desde la que escribo, esta actividad podría causar que quien realice estos
actos sean calificados de terrorismo, que es castigado hasta con cincuenta años
de prisión.
Muchas
personas pueden intentar dar realismo a su disfraz y comenzar a actuar acorde
al papel que representan, de tal manera que un disfraz de policía o de medico
podrían meternos en problemas, al cometer delitos de usurpación de funciones
publicas o de profesión, si es que dicha actividad rebasa los limites y
comienza a parecer creíble para terceros.
Lo
mismo ocurre si añadimos a nuestro vestuario algún accesorio como una cierra
eléctrica, alguna daga o pistola que sea muy realista o incluso real. En este
último caso podemos hablar de portación de instrumento prohibido o arma de
fuego sin licencia, lo que constituye un delito de jurisdicción federal, de tal
manera que un ligero error de apreciación por parte de nosotros podría
llevarnos a situaciones desagradables por el simple hecho de poseer un
accesorio que no constituye una fantasía.
En el caso de que solo
llevemos utilería y esta sea muy realista, no significa que estemos libres de
cometer un delito, si estamos en una
actitud festiva posiblemente usemos esta indumentaria para fingir con algún
desconocido alguna situación de riesgo. Sí el desconocido no se da cuenta que
se trata de una broma inocente, podría pensar que en realidad estamos
amenazando su vida o que realmente lo estamos asaltando, lo que resulta
mínimamente en la comisión del delito de amenazas, de tal manera que un simple
jugueteo nos poda meter en serios problemas.
Por
ello más allá de preocuparnos por parecer verdaderos asesinos, monstruos,
médicos o policías, debemos tener mucho cuidado de las actividades que
despleguemos para llamar la atención, al festejar podríamos tener una regresión
a la infancia por la alegría que sintamos, posiblemente esto nos lleve a no
medir la consecuencia de nuestros actos dentro de esta fantasía que se desata
por la época, pero en realidad somos personas mayores de edad, con plena
capacidad de distinguir sí lo que hacemos, es o no una conducta típica, un
delito, lo que puede llevarnos de la alegría a una pena detrás de las rejas.
Esta
reflexión es totalmente independiente, de quienes aprovechando las mascaras y
disfraces buscan cometer algún delito sirviéndose del ocultamiento deliberado
de su identidad que permiten los festejos propios de las fechas, no está de más
hacernos consientes de estas conductas, de tal manera que siempre concluyamos
que todo festejo debe realizarse con plena conciencia y responsabilidad.
Abogado
del Rey.
Los niños al pedir calaverita son atropellados pues muchas veces por el furor andan corriendo sin fijarse o el disfraz no es su talla les quita visibilidad.
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